La vida del profeta Jonás en rifeño (Tarifit)

Escucha en el Libro de Jonás sobre la vida del profeta Jonás traducido al Rifeño de Marruecos (Tarifit). Este es el pasaje del capítulo 1 del Libro de Jonás en el que el Señor llama al profeta Jonás a predicar en la ciudad de Nínive: Jehová dirigió su palabra a Jonás hijo de Amitaia y le dijo: «Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y clama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí.»

Pero Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, donde encontró una nave que partía para Tarsis; pagó su pasaje, y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. Pero Jehová hizo soplar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios. Luego echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Mientras tanto, Jonás había bajado al interior de la nave y se había echado a dormir. Entonces el patrón de la nave se le acercó y le dijo: «¿Qué tienes, dormilón? Levántate y clama a tu Dios. Quizá tenga compasión de nosotros y no perezcamos.»

Entre tanto, cada uno decía a su compañero:
«Venid y echemos suertes, para que sepamos quién es el culpable de que nos haya venido este mal.»
Echaron, pues, suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Entonces ellos le dijeron:
—Explícanos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra y de qué pueblo eres?
Él les respondió:
—Soy hebreo y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
Aquellos hombres sintieron un gran temor y le dijeron:
—¿Por qué has hecho esto?
Pues ellos supieron que huía de la presencia de Jehová por lo que él les había contado.
Como el mar se embravecía cada vez más, le preguntaron:
—¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete?
Él les respondió:
—Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará, pues sé que por mi causa os ha sobrevenido esta gran tempestad.

Aquellos hombres se esforzaron por hacer volver la nave a tierra, pero no pudieron, porque el mar se embravecía cada vez más contra ellos. Entonces clamaron a Jehová y dijeron: «Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni nos hagas responsables de la sangre de un inocente; porque tú, Jehová, has obrado como has querido.» Tomaron luego a Jonás y lo echaron al mar; y se aquietó el furor del mar. Sintieron aquellos hombres gran temor por Jehová, le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.

Pero Jehová tenía dispuesto un gran pezn para que se tragara a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches. (Reina-Valera 1995)

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